Desafíos en la implementación territorializada de cooperativas de plataforma

Denise Kasparian

Durante la última década las plataformas digitales de trabajo se quintuplicaron. A pesar de este crecimiento exponencial, la mayoría de estas empresas están distribuidas en unas pocas localizaciones. En la Argentina las plataformas digitales son relativamente recientes. A comienzos del 2016 solamente operaban cinco plataformas, todas ellas de origen nacional: MercadoLibre (marketplace de bienes nuevos y usados y una de las cinco empresas tecnológicas más importantes de Latinoamérica), Zolvers (servicios de limpieza y cuidados en el hogar), IguanaFix (servicios de mantenimiento y reparación para empresas), Nubelo (crowdworking) y Workana (crowdworking). Hacia fines del 2015, la desregulación de los movimientos de capitales creó las condiciones favorables para el ingreso de plataformas extranjeras: entre 2016 y 2018 al menos siete nuevas plataformas y filiales de compañías extranjeras emergieron o arribaron. Según los últimos datos disponibles (2018), en el país operan 22 plataformas digitales.

El arribo de las plataformas laborales al país suscitó controversias. Al igual que en otras partes del mundo, en las ciudades más grandes de la Argentina los/as repartidores/as desplegaron protestas y se organizaron de forma colectiva para reclamar por sus derechos, mientras que los/as conductores/as de taxi resistieron infructuosamente el avance de Uber y Cabify. Además de la acción colectiva de los/as trabajadores, varios activistas, académicos/as, trabajadores/as y profesionales alrededor del mundo han encontrado en el cooperativismo de plataformas una alternativa viable.

En este artículo nos enfocamos en CoopCycle, una cooperativa de plataforma creada en Francia en 2017 que es a la vez una infraestructura digital de ciclo-logística y una federación conformada por las cooperativas de reparto en bicicleta que utilizan la plataforma. El software de código abierto se encuentra protegido por una licencia Coopyleft, la cual garantiza su uso exclusivo por parte de cooperativas o colectivos de trabajadores/as. En la actualidad, la federación cuenta con alrededor de 70 colectivos de mensajeros/as, la mayoría de ellos en Europa Occidental. El desarrollo del software fue una iniciativa de una asociación formada por voluntarios. Para garantizar la democracia, la asociación se constituyó en federación, lo que supone un paso hacia la constitución de una cooperativa de múltiples actores. En este proceso, los colectivos de reparto eligieron a los miembros del primer consejo de administración en 2021.

El desarrollo de un software de reparto disponible para cooperativas representa sin dudas un hito en el ecosistema del cooperativismo de plataforma. Sin embargo, la capacidad de esta plataforma de escalar hacia otras latitudes no es automática ni necesariamente deseable. ¿Cuáles son las condiciones de factibilidad para la implementación de CoopCycle en la Argentina? ¿En qué sentidos la implementación de CoopCycle en territorios diversos contribuye a la cooperativa de plataforma y la federación en su conjunto? ¿Cómo escalar esta experiencia de empoderamiento social más allá de las fronteras europeas?

La cuestión de la escala en cooperativas de plataforma

Una cooperativa de plataforma es “una empresa que opera principalmente a través de plataformas digitales para la interacción o el intercambio de bienes o servicios y está estructurada de acuerdo con la Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional sobre la Identidad Cooperativa”. Por ello, dado que la formación de cooperativas puede encontrarse con obstáculos legales y políticos en diversas partes del mundo, la característica central de estas empresas reside en su identidad, independientemente de la figura legal adoptada. Incluso el grado en que la tecnología es incorporada puede variar; hay proyectos que funcionan por la tecnología, pero también emprendimientos habilitados digitalmente, así como algunos con baja presencia de tecnología. Existen cooperativas de plataforma, así como plataformas gestionadas por cooperativas, en las cuales las plataformas son complementos a las operaciones de los emprendimientos. Al tratarse de un campo emergente, esta diversidad da cuenta de la amplitud del concepto.

Una de las ventajas de las plataformas digitales es su potencial para escalar, esto es, crecer gracias a la capacidad de adaptación y respuesta a la creciente cantidad, tipos y locaciones de las partes interesadas y, por lo tanto, ser funcionales en diferentes contextos. Además, dado que las plataformas corporativas dependen de efectos de red para mantener sus modelos de negocio dirigidos a conformar monopolios, resulta relevante reflexionar en torno a los modos en que las cooperativas de plataforma pueden crecer y ser sustentables. La escala, la cooperación entre cooperativas y la mutualización de recursos tienen el potencial para profundizar estrategias que busquen expandir el peso de las estructuras y prácticas anti-capitalistas, transformando las relaciones de poder. Sin embargo, desde la perspectiva de ciertos sectores y actores del cooperativismo, ganar escala puede resultar irrelevante e incluso peligroso porque a veces es asociada con la pérdida de identidad y la degradación de la democracia participativa.

A priori, CoopCycle representa una estrategia federada para escalar. Evidentemente, ello no significa que automáticamente tenga éxito en desarrollar articulaciones alternativas a la globalización y su premisa de homogeneidad. Nuestro análisis se beneficia de la perspectiva transnacional vinculada a los estudios subalternos y la teoría postcolonial. La sugerencia de Dipesh Chakrabarty de provincializar Europa señala dos ideas rectoras. Primero, dado que las ideas europeas denominadas “universales” tienen orígenes históricos y espaciales bien específicos, no pueden aspirar a una validez universal. Por lo tanto, a pesar de ser indispensables para pensar las prácticas en otras latitudes, resultan insuficientes. Segundo, que el historicismo y su noción de etapas genera la premisa de que las experiencias vitales más allá de Europa son “atrasadas” o, en el mejor de los casos, “variaciones locales” y “excepciones particulares” de una idea o práctica general originada en un centro –concebido como homogéneo­– y luego irradiado al resto del globo.

La perspectiva transnacional propone una manera diferente de observar las interacciones en la escala global: los procesos y las transformaciones dejan de ser unidireccionales; por el contrario, son captados mediante el análisis de los intercambios, las colaboraciones y las influencias recíprocas bajo patrones de circulación más que de difusión/divulgación. Esto implica que las ideas y las prácticas son reformuladas de un contexto a otro, que el origen de una práctica dada es menos relevante que su contexto de circulación, implementación y apropiación. Por consiguiente, no nos interesa rastrear el modo particular en que el caso local de CoopCycle aplica un modelo determinado, midiendo el grado de variación o adecuación. Todo lo contrario, nuestro análisis busca re-territorializar los procesos de adaptación de tecnologías. En este sentido, indago la escalabilidad de la experiencia más allá de Europa prestando atención a los diversos contextos, las influencias recíprocas y las asimetrías globales.

CoopCycle en la Argentina

En el 2020 la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC) comenzó la implementación local de la plataforma. Ese año la federación obtuvo el primer subsidio estatal para desarrollar las adaptaciones del software necesarias para la localización (por ejemplo, cambiar la pasarela de pagos y configurar los impuestos locales). Más tarde ese mismo año, obtuvo un segundo subsidio estatal para acompañar y fortalecer a los primeros colectivos y cooperativas de reparto que utilizarían la plataforma. FACTTIC considera al proyecto como parte de una estrategia más amplia para promover el cooperativismo de plataforma. Además, esta federación de cooperativas de trabajo tecnológicas ha tenido un papel importante en la creación de CoopCycle Latinoamérica, espacio que incluye experiencias de Argentina, Chile, México y Uruguay.

Mientras el proyecto avanzaba en el ámbito nacional, el equipo de FACTTIC estuvo en contacto con el grupo fundador europeo, el cual brindó apoyo y orientación. Sin embargo, el ingreso formal del proyecto argentino a la red de CoopCycle no llegó sino hasta mediados de 2021. Al igual que otros países de América Latina, muchos/as trabajadores/as del sector de delivery en la Argentina utilizan motos, mientras que CoopCycle en Europa apuesta al reparto en bicicleta como forma de contribuir a la disminución de la contaminación y a la sustentabilidad ambiental. Para superar esta potencial colisión de valores , que podría haber causado la bifurcación de los proyectos regionales, FACTTIC elaboró una propuesta de transición de medios de transporte de tres años para las cooperativas de trabajo argentinas, la cual fue aprobada por la federación CoopCycle luego de la circulación de borradores, comentarios, intercambios, debates y votaciones.

Actualmente, la adaptación socio-técnica de la plataforma está avanzada. Esto incluye el software junto con la adaptación de los documentos legales y acuerdos que rigen el uso de la plataforma. Tanto México como la Argentina vienen colaborando en el desarrollo de nuevas funcionalidades acordes a las realidades locales. Entre estas funcionalidades destaca la inclusión del pago en efectivo. A primera vista, esto podría parecer una mejora sólo para las sociedades latinoamericanas, donde la inclusión financiera tiene aún un largo camino por recorrer. Sin embargo, en el 2017 1.700 millones de personas adultas a escala mundial seguían sin tener acceso a servicios bancarios. Incluso si bien la titularidad de cuentas bancarias creció, la brecha de género (7 %) y la brecha entre los/as más ricos/as y los/as más pobres (13 %) persistió, tanto en los países denominados “desarrollados” como en los países “en desarrollo”. La titularidad de cuentas también fue menor entre los/as adultos/as jóvenes, los/as menos educados/as y los/as que se encontraban fuera de la fuerza laboral.

CoopCycle en la Argentina involucra a dos cooperativas de reparto en etapa piloto. El equipo de FACTTIC ya ha desplegado la primera instancia y ha estado acompañando a estos colectivos de trabajadores/as no sólo en el uso del software, sino también en la gestión de la matrícula cooperativa y en la mejora de su infraestructura tecnológica, en la organización de los procesos de trabajo y en el acceso a capacitaciones en esta materia, y en la contratación de seguros de accidentes personales  y cuentas bancarias, entre otras necesidades. Además, ha organizado varias demostraciones del software para difundir el proyecto y desplegar más instancias. Sumado a esto, la federación se encuentra abocada a la creación de un ecosistema que le dé sostenibilidad e identidad local al proyecto. En ese sentido, por ejemplo, el equipo viene trabajando junto con la Dirección Provincial de Acción Cooperativa de Buenos Aires (DIPAC) en la elaboración de un modelo de negocio. Junto con el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Universidad de Buenos Aires) y la Universidad de Quilmes, FACTTIC ha elaborado, y recientemente comenzó a ejecutar, proyectos para desarrollar circuitos socioeconómicos basados en redes de actores clave en cada territorio.

Factores positivos, desafíos y limitaciones

Ocho factores surgen como relevantes respecto a la implementación argentina de CoopCycle. Los recursos en el punto de partida heredados de la experiencia europea fueron cruciales, siendo la disponibilidad de un software de código abierto el factor impulsor central (1). Tres condiciones de contexto son clave: el marco legal cooperativo, el cual no parece constituir una barrera (2); el movimiento cooperativo, que debido a su magnitud y densidad podría albergar las nacientes cooperativas de plataforma (3); y un país altamente urbanizado con infraestructura para bicicletas en las principales ciudades, en donde las cooperativas de reparto podrían prosperar (4). Sin embargo, estas condiciones de contexto también presentan desafíos y limitaciones: los/as asociados/as de las cooperativas de trabajo en la Argentina acceden a una seguridad social más débil que la de los/as trabajadores/as de las cooperativas europeas, y los procesos de urbanización en América Latina se han basado en desigualdades estructurales que generan una deficiencia en los servicios públicos y una dispersión de la población en las periferias de las principales ciudades. Además, en ciertos casos, las motos siguen siendo la mejor opción para los/as repartidores/as debido a cuestiones culturales y de costos.

Los recursos organizacionales proporcionados por el promotor de la implementación local también son fundamentales (5). CoopCycle representa un proyecto estratégico dentro de FACTTIC, una federación de cooperativas de trabajo tecnológicas con casi diez años de experiencia en el trabajo intercooperativo y colaborativo. Además del papel clave de FACTTIC, el Estado ha sido un actor central en el proceso, pues ha proporcionado los dos subsidios principales que financian la implementación local hasta el momento. (6) Sin embargo, los subsidios estatales generan una importante carga de trabajo en la búsqueda y la administración y rendición de los fondos, lo cual representa un desafío para el equipo de localización, dadas las etapas iniciales del proceso.

Participar en y crear redes con otros actores de la economía social y solidaria fortalece el proceso local (7). A través de estas redes circulan recursos económicos y políticos que brindan posibilidades para escalar, conocimientos diversos y diferentes tipos de asistencia. No obstante, resta construir mayores vínculos con otras experiencias relacionadas con las cooperativas de plataforma en el país. Finalmente, el camino de las cooperativas guiando otras cooperativas para incubar y acompañar cooperativas de reparto parece promover el empoderamiento social, en comparación con los modelos de incubación estatales (8). La reflexión y el aprendizaje colectivos por parte del equipo local han generado reformulaciones y reelaboraciones de estrategias. Así, el proceso de incubación de cooperativas de trabajo está comenzando a convertirse en un proceso de incubación de circuitos socioeconómicos. En otras palabras, cooperativas guiando territorios de modo de garantizar ambientes cuidados para los colectivos de reparto.    

Este conjunto de factores no busca delinear un manual sobre cómo tener éxito en la implementación de una plataforma cooperativa en la Argentina. Por el contrario, busca compartir algunos aprendizajes sobre la viabilidad y el potencial de empoderamiento social del cooperativismo de plataforma desde los cuales intercambiar con otras experiencias en diferentes contextos. En este sentido, cabe dejar anotados tres puntos. Primero, tal como observamos en investigaciones previas, la centralidad del Estado en las estrategias intersticiales de cambio social. La experiencia argentina –y también la mexicana– de CoopCycle expone que los Estados pueden ser aliados clave para crear y profundizar espacios de empoderamiento social. Además, este apoyo puede ayudar a ampliar estos espacios más allá de las fronteras nacionales. El financiamiento público otorgado al proceso argentino ilustra esto ya que tuvo un impacto global en CoopCycle, al posibilitar la incorporación de un desarrollador al equipo internacional.

Segundo, a pesar de que las estrategias desde abajo pueden ser más efectivas para erosionar acumulativamente al capitalismo cuando hay acciones estatales de apoyo, éstas son poco probables sin poder social. En años anteriores, la experiencia argentina de incubación estatal de cooperativas evidenció que cuando el poder estatal subordina al poder social, las experiencias pueden verse debilitadas. Por el contrario, el caso analizado presenta varios vectores de poder social que impactan positivamente en la implementación local así como en CoopCycle en su conjunto: activismo de software libre, una federación cooperativa y un modelo de incubación y acompañamiento donde las cooperativas guían a otras cooperativas. En suma, el poder social y el poder estatal pueden complementarse para impulsar el cambio social. 

Tercero, las condiciones de factibilidad no pueden analizarse considerando exclusivamente dimensiones locales. La perspectiva transnacional prevalece cuando se analizan cooperativas de plataforma, pues en el escrutinio de los factores positivos para su consolidación se deben considerar diferentes escalas. Los análisis deben posicionarse en un punto de vista que vincule factores locales y nacionales, así como variables que trasciendan dichos territorios. Por ejemplo, abordar el punto de partida del caso local instó a utilizar una lente transnacional para captar la relevancia del software de código abierto. Lo mismo sucedió al analizar las implicancias del proceso local en la sostenibilidad socioeconómica de CoopCycle en su conjunto: tener en cuenta la importancia de que el desarrollador local se sumara al equipo internacional convocó a esta perspectiva.

¿Qué nos permite aprender la implementación argentina sobre CoopCycle en su conjunto?

El cooperativismo de plataforma es un movimiento emergente que representa una renovada esperanza y posibilidad de profundizar el empoderamiento social en nuestras sociedades y economías gracias a los beneficios de las tecnologías de la información e Internet. Uno de los principales desafíos de las cooperativas de plataforma radica en el crecimiento, la replicabilidad y la escala. A continuación, argumento que la estrategia de federación ampliada de CoopCycle para crecer delinea un plataforma transnacional, diversa, intercooperativa y solidaria.

En cuanto al desarrollo del software y el trabajo colaborativo, si bien primero se concibió como un software –y una federación– para colectivos de trabajadores/as en Europa, el código abierto desencadenó su implementación en la Argentina y otros países de la región. Esta disposición solidaria del grupo fundador de CoopCycle generó intercambios, intercooperaciones y colaboraciones que dieron forma a una estrategia federada ampliada con el reciente lanzamiento de CoopCycle Latinoamérica sumándose al ecosistema de CoopCycle.

Más allá de los desafíos futuros que seguramente planteará esta circulación ampliada de CoopCycle, el trabajo colaborativo hasta ahora ha repercutido positivamente en la plataforma. El desarrollo del pago en efectivo por parte de México no sólo representa la solución a un problema apremiante en América Latina. Esta funcionalidad, típicamente pensada para sociedades latinoamericanos, podría dar lugar a una reflexión sobre el Sur Global presente también en Europa. La incorporación de un desarrollador de FACTTIC es un gran beneficio para la plataforma. Esta colectivización del trabajo de desarrollo podría generar una mayor documentación de los procesos y, por lo tanto, mayores posibilidades de compartir el software y el saber-hacer. Ampliar el equipo también podría permitir a CoopCycle reflexionar y avanzar en un campo inexplorado: la recolección y el análisis de datos.

En materia de sustentabilidad, la aprobación del plan de transición de medios de transporte para la localización argentina replantea la agenda ambiental de CoopCycle en su conjunto, pues la sustentabilidad ambiental adopta múltiples definiciones y caminos según los contextos. Además, el plan de transición sugerido por FACTTIC podría permitir que CoopCycle se implemente en otras latitudes.

Esta estrategia federada ampliada para crecer plantea nuevos desafíos y oportunidades en cuanto a las interacciones entre los dos hemisferios. Comienzan a ser necesarios más espacios de intercambio, aprendizaje entre pares y colaboración. Los modelos de gobernanza probablemente tendrán que reformularse para incorporar orgánicamente a CoopCycle Latinoamérica. El horizonte de una plataforma transnacional, diversa, intercooperativa y solidaria seguramente guíe este camino.


Denise Kasparian es Investigadora, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Research Fellow, Institute for the Cooperative Digital Economy, The New School, Estados Unidos.

Este artículo es una versión reducida del informe final de mi investigación como Research Fellow del Institute for the Cooperative Digital Economy (Instituto para la Economía Digital Cooperativa) de The New School, publicado en marzo de 2022. Quisiera agradecer a Trebor Scholz, Aman Bardia y mis colegas del Institute for the Cooperative Digital Economy por las discusiones y los intercambios sobre temáticas analizadas en el artículo. Agradezco especialmente a Cecilia Muñoz Cancela, Véra Vidal, Shaked Spier, Agustina Súnico, Diego Fernández Peychaux y Danilo Lujambio por comentar borradores del informe. También agradezco a Pablo Vannini, Hernán Gigena, Nicolas Dimarco, Jesica Lacquaniti, Leandro Monk, Juan Ignacio Torres, Carlos Cuoco, José Fantasía y Lucas Ferraro por su generosidad e invaluables aportes. Con posterioridad publiqué un artículo en castellano basado en dicha investigación (Kasparian, 2022b) en la Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. La investigación contó financiamiento del Institute for the Cooperative Digital Economy, el Instituto de Investigaciones Gino Germani y el Centro Cultural de la Cooperación. En esta ocasión, agradezco a Rafael Grohmann la invitación a publicar en este medio, su lectura atenta y comentarios.

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